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Las monjas del monasterio budista de Druk Amitabha, situado a las afueras de Katmandú, son popularmente conocidas como “las monjas del kung fu” porque, entre sus muchas actividades, imparten clases de autodefensa a las niñas de la zona, enseñándoles este arte marcial milenario. Ya os hablamos de ellas en un artículo y ahora volvemos a hacerlo porque la organización educativa Asia Society les ha entregado un premio por “empoderar a las niñas y derribar los estereotipos de género patada a patada”. Los Asia Game Changers Awards que concede esta organización reconocen el trabajo de diferentes mujeres que están cambiando el continente asiático y también el mundo.

Este grupo de monjas pertenece al linaje Drukpa, considerada como una de las escuelas menos convencionales del budismo tibetano, dada su tendencia a no limitarse a la oración y desarrollar todo tipo de actividades útiles para la comunidad. La mayoría de las monjas de Druk Amitabha son muy jóvenes y, desde su monasterio, desafían la posición a la que el budismo relega habitualmente a las monjas: aquí no hacen de cocineras o sirvientas de los hombres, sino que tienen un rol muy parecido al que los monjes tienen en los monasterios masculinos. Sin embargo, la práctica del kung fu les había sido negada durante mucho tiempo.

Hasta hace una década, las monjas tenían prohibido realizar este tipo de actividad física; sus tareas se limitaban a rezar, cocinar y limpiar. Pero en 2009, Gyalwang Drukpa, el líder del linaje, introdujo el kung fu como un medio de autodefensa. En los años siguientes, las “monjas del kung fu” (como se las ha acabado conociendo) han asumido roles de liderazgo que trascienden su modesta estatura.

Como informa el New York Times, Gyalwang Drukpa ha dedicado buena parte de su vida a derribas las tradiciones más sexistas del budismo, pero rechaza el término “empoderar”, porque considera que no está empoderando a las monjas, sino simplemente eliminando los obstáculos para que ellas mismas puedan desarrollar su propio poder.

El entrenamiento de kung fu en este templo tiene como finalidad fortalecer el cuerpo y también hacer que las mujeres ganen confianza en sí mismas. Desde 2016, las monjas de Druk Amitabha realizan largos viajes en bicicleta para llegar a las aldeas de la zona y llevar a cabo su cruzada contra el tráfico de personas y las agresiones a las mujeres, impartiendo clases de autodefensa. Ellas mismas sirven de ejemplo para las mujeres con las que se cruzan en el camino, inspirando a las más jóvenes para que se atrevan a hacer todas esas cosas que siempre les han dicho que no son para ellas, como el kung fu o montar en bicicleta. Sin embargo, sus actividades, que les han hecho ganarse el respeto y la admiración de las comunidades cercanas, no son vistas con buenos ojos por los habitantes más tradicionales del Himalaya, que consideran herético que unas monjas se dediquen a ir por ahí en bicicleta en lugar de estar volcadas en la oración.

Más allá de los talleres de autodefensa que imparten a las mujeres y niñas en lugares en los que la violencia hacia ellas es endémica, estas monjas gestionan clínicas médicas, rescatan animales heridos, ayudan a restaurar el patrimonio, evalúan la calidad del agua de los ríos cercanos, se preocupan por el medio ambiente recogiendo desperdicios plásticos del Himalaya y aprenden técnicas de construcción, fontanería o electricidad, tradicionalmente reservadas a los hombres. Durante el terremoto de Nepal en 2015, se negaron a ser evacuadas y, en su lugar, fueron a pie hasta áreas de difícil acceso a prestar ayuda a las personas que la necesitaban.

Hemos aprendido que nadie va a venir a salvarnos, así que tenemos que ayudarnos nosotras mismas.

Toda la información e imágenes son de FREEDAMEDIA.
Link original: http://freedamedia.es/2019/11/15

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