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En el mundo de la programación sigue existiendo “una hermandad excluyente hacia las mujeres” que se sustenta en el estereotipo de que ellas “no son tan buenas programando como los hombres”, una cultura ‘brogrammer’-acrónimo de “brother” (hermano) y “programmer” (programador)- que deja fuera de esta profesión “de presente y futuro” a la mitad de la población.

Así lo explica durante una entrevista con Efeminista la tecnóloga fundadora de Digital Fems, Thais Ruiz de Alba, para quien programar mejor o peor “no tienen nada que ver con el género.”

El término de ‘cultura brogrammer’ surgió en Silicon Valley para describir la hermandad entre los hombres que trabajan en el mundo de la tecnología. Aunque en sus inicios no tenía una connotación despectiva, ha evolucionado hacia un matiz crítico para reprochar que ese ambiente “menosprecia” y “expulsa a las mujeres de esta profesión de presente y de futuro“, explica la jurista de formación.

Existe una “cuestión cultural que históricamente ha enseñado que las ciencias son más para los chicos y las letras para las chicas”, coincide la co-fundadora del Observatorio del Impacto Ético y Social de la Inteligencia Artificial (OdiseIA), Idoia Salazar.

Los datos de la cultura ‘brogrammer’

La Unesco ha advertido en repetidas ocasiones que la presencia de niñas y mujeres en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) a nivel internacional solo es del 35 % y de esas únicamente el 3 % se matriculan en tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

En el ámbito de la programación, las mujeres solamente representan el 11 % de las personas que programan código fuente (escribir software) y el 12 % de quienes participan en el desarrollo de innovaciones ligadas a la inteligencia artificial y el Machine Learning con capacidad de decisión de alto nivel, según el Instituto de las Mujeres.

Con el objetivo de averiguar por qué no hay mujeres, Thais Ruiz de Alba y la investigadora Tayrine Dias Dos Santos preguntaron a las tecnólogas en España sobre su situación profesional (qué barreras perciben, trabas al liderazgo y brecha salarial), las políticas de diversidad de la empresa en la que trabajaban o sus propuestas para mejorar la situación.

Thais Ruiz de Alba, fundadora de Digital Fems. Foto cedida para uso editorial

Espacios masculinizados

El informe resultante, presentado en noviembre de 2022, volvió a constatar la brecha de género: en España solo el 1,7 % de las mujeres ocupadas se dedican a la tecnología digital frente al 6,19 % de los hombres.

“Las mujeres se sienten abandonadas o no se sienten acompañadas en su trayectoria profesional dentro de las corporaciones tech”, critica Ruiz de Alba, para quien es especialmente preocupante el dato de que casi la mitad de las participantes en la encuesta (47,1 %) haya renunciado al menos una vez a su puesto de trabajo por falta de apoyo en la empresa.

Y las que no han abandonado (56,3 %), señala, “no ha tenido las mismas oportunidades de promoción que los hombres”.

Para la experta, la cultura brogrammer es eso: “la masculinización de los espacios”. Un problema añadido, explica, es que en esos entornos “se producen determinadas dinámicas” que “provocan el abandono de las mujeres” que han conseguido llegar, que no son muchas.

Acoso sexual

Estas dinámicas incluyen, en algunos casos, el acoso sexual. En el trabajo se producen el 17 % de los casos, según datos del Instituto de las Mujeres, “¿Qué pasa entonces en entornos masculinizados como el sector tech?”, plantea Ruiz de Alba.

El 22,7 % de las mujeres que trabajan en empresas de tecnología ha sufrido acoso sexual en el trabajo, señala, y seis de cada diez no saben si hay, o no conoce, los protocolos de la compañía para denunciar este tipo de situaciones.

Es “extremadamente grave” que, además de que se produzcan estas violencias, cuando ocurren, las trabajadoras “no saben qué hacer”. Esto, asevera, “es responsabilidad de las corporaciones”.

“No existe publicidad de estos protocolos, no hay información…”, señala, e insiste en que “es obligatorio tener protocolos y que sean correctamente comunicados”.

En España la Ley 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres y el Real Decreto 901/2020 obliga a las empresas y personas autónomas con empleados a sus cargo, independientemente de su tamaño, a constituir un protocolo para la prevención y actuación frente al acoso sexual y el acoso por razón de sexo.

Según lo estipulado, el protocolo se debe divulgar compartiendo a la plantilla las normas, medidas y canales de denuncia para combatir el acoso laboral. Si las empresas no cuentan con este protocolo, la ley prevé multas desde 7.500 euros, para infracciones leves, hasta 225.018 euros, para infracciones muy graves.

Además, si la compañía tiene más de 50 personas en plantilla debe contar con un Plan de Igualdad.

Productos deficitarios y sesgados

Las consecuencias de la ‘cultura brogrammer’ y de que los puestos de trabajo estén copados por hombres también tiene efectos para la sociedad: productos deficitarios y sesgados.

“Nos faltan mas programadores con perspectiva de género porque esto lo que hace es que el producto no tenga sesgo, sea mas seguro, mas eficaz”, afirma la fundadora de Digital Fems.

La Inteligencia Artificial (IA) es una de esas áreas en las que la presencia de sesgos puede tener “consecuencias desastrosas” por la proyección de futuro que tiene, asegura Idoia Salazar, colaboradora de la Secretaría de Estado de digitalización e Inteligencia Artificial de España y miembro del equipo de expertos en IA del Parlamento Europeo.

Idoia Salazar, fundadora de OdiseIA y colaboradora de la Secretaría de Estado de digitalización e Inteligencia Artificial de España. Foto: EFE/Laura de Grado

Y por el momento los datos tampoco son buenos: menos del 25 % de las personas que se dedican a la investigación en IA son mujeres, y entre quienes lideran proyectos en el ámbito empresarial en este campo solo son 18 %, según el estudio “Mujeres y digitalización: de las brechas digitales a los algoritmos” del Instituto de las Mujeres.

“Para que realmente haya una inteligencia artificial útil para la sociedad y que no sea injusta, es necesario que el equipo que la crea tenga tanto perfiles de mujeres como de hombres”, explica la experta en IA, y añade que cada vez se están creando más aplicaciones capaces de extraer los sesgos de los datos.

Educación frente a la cultura ‘brogrammer’

Esto se consigue, dice, con más medidas por parte de las empresas para reducir la brecha de género. Pero también, transformando la educación, haciendo políticas e implementando más “programas específicos dentro de los colegios donde se incentive las ciencias y el mundo de la programación entre las niñas“.

“Es importante que se haga un esfuerzo en la Administración Pública” para conseguir la “interdisciplinariedad” que requieren las nuevas disciplinas tecnológicas, explica Salazar, que reconoce que en los últimos años se está avanzando.

Esta apuesta política y educativa, dice, “es vital si realmente queremos una sociedad suficientemente formada para vivir de manera justa y y positiva dentro de este mundo de los datos”.

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FuenteEsta nota fue realizada por EFEMINISTA . Aquí puedes leer la original.
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