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Promover la autonomía económica de las mujeres, entendida como la capacidad de acceder y controlar recursos productivos, financieros, tecnológicos, ingresos propios y el tiempo, como elemento clave para disminuir la violencia de género, es una meta prioritaria en la agenda internacional, nacional y estatal.

De acuerdo con el Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) de la ONU, la desigual distribución del tiempo y del trabajo no remunerado entre mujeres y hombres, al interior de los hogares, es un indicador clave para analizar las brechas de género.

En México, los varones utilizan 44.6 por ciento de su tiempo al trabajo pagado, mientras las mujeres solo 22.1 por ciento. Por el contrario, en las tareas domésticas como limpieza, preparación de alimentos y cuidados a menores, personas enfermas o adultas mayores, sin recibir pago alguno, los hombres apenas ocupan 16.9 por ciento, mientras las mujeres destinan 42.8 por ciento.

En Hidalgo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), un 53 por ciento de mujeres en edad productiva, no cuenta con un trabajo remunerado; es decir, laboran en el hogar pero no generan ingresos y dependen de un proveedor, principalmente hombre, para su subsistencia y de los demás miembros.

Según la ONU, en el mundo, más de 640 millones de mujeres de 15 años o más (26 por ciento del total) han sido objeto de violencia por parte de su pareja. Se calcula que 24 por ciento de adolescentes de 15 a 19 años de edad ha sufrido violencia física o sexual infligida por su cónyuge o pareja. El 55 por ciento de los homicidios de mujeres son cometidos por sus parejas u otros miembros de la familia.

En Hidalgo, según la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, siete de cada 10 mujeres mayores de 15 años de edad han vivido violencia, y 23.9 por ciento fueron agredidas por su pareja.

En consecuencia, para estas mujeres que viven violencia y a su vez carecen de recursos económicos propios, es más difícil salir de ambientes de violencia, ante la falta de opciones para solventar sus necesidades básicas y las de sus hijas e hijos.

De ahí la importancia que cuenten con herramientas para el desarrollo de habilidades productivas, servicios especializados y gratuitos para la atención a situaciones de violencia.

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FuenteEsta nota fue realizada por EL UNIVERSAL. Aquí puedes leer la original.
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