Anuncios
  • Ivonne Roldán, quien estudia el Doctorado en Estudios Críticos de Género en la IBERO, desarrolla esta categoría socio-jurídica, equiparable a lo que el feminicidio es al homicidio
  • Sostiene que las prácticas estatales, comunitarias-familiares y mandatos sociales, las invisibilizan como víctimas de desaparición y, por ende, se deja de lado su búsqueda

La Mtra. Ivonne Roldán León, alumna del Doctorado en Estudios Críticos de Género de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, propone crear la categoría socio-jurídica ‘Desaparición por género’, la cual busca que la desaparición de mujeres se tome como una violencia específica contra ellas, equiparable a lo que el feminicidio es al homicidio.

En el registro oficial de personas desaparecidas 70 por ciento son hombres y 30% mujeres, porcentajes que pudieran no ser del todo certeros, debido a que las instituciones no registran todas las desapariciones de mujeres, al catalogar erróneamente algunas como ausencias voluntarias o al no denunciarse por haberse suscitado en lugares con mucha impunidad –donde opera el crimen organizado–, dijo la doctorante.

Al desaparecer las mujeres no sólo a manos de criminales, sino también por ideas arraigadas en la cultura y en la sociedad mexicana, Roldán desarrolló la ‘Desaparición por género’, con el fin de comprender, en tres dimensiones, qué tan involucradas están en sus desapariciones las instituciones, comunidades y familias, y las pautas patriarcales.

En la primera, la dimensión estatal, si bien el Estado ha tenido avances con la implementación de mecanismos búsqueda inmediata cuando una mujer desaparece, como la Alerta Alba, algunas instituciones gubernamentales no registran la desaparición de mujeres, por ejemplo, al argumentar que se fue con el novio y al rato regresa; omisión que trae consigo “una doble desaparición”.

A esto se añade la pérdida de expedientes y el traer a las y los familiares de las desaparecidas –hijas, esposas y madres– en un ir y venir entre instituciones, por lo que, si bien el Estado no cometió la desaparición, hace que ésta permanezca y, peor aún, “expulsa a las familias de la búsqueda”, al agotarlas con sus omisiones en el registro y atención de la posible comisión de un delito, y su falta de eficacia en la investigación.

En la segunda y tercera dimensiones, la comunitaria-familiar y la de mandatos sociales, cuando una mujer no cumple con los roles que le imponen la sociedad y su familia, y en lugar de quedarse en su casa decide, por ejemplo, trabajar, su sanción está en decir que desapareció porque ella se lo buscópues para qué salía a trabajar si en su hogar tenía a su esposo e hijos. Así también, la comunidad, sociedad y familia generan que esa mujer se mantenga desaparecida.

“Esto lo pude observar en un caso específico, el de una chica de 17 años que desapareció en 2008 en el Estado de México. Se presumía que ella había empezado a trabajar en bares, y cuando desapareció, su comunidad contribuyó con su desaparición al empezar a decir: es una consecuencia de, ella se lo buscó, estaba en malos pasos”.

Esto pasa mucho también con las mujeres que desaparecen como consecuencia de relaciones de pareja violentas. Entonces se suele decir: a lo mejor se cansó y se fue con otro; eso implica que ya no son buscadas y las razones por las que hayan desaparecido ya no importan, “sólo importa que es una sanción social”.

A través de su investigación ‘Desaparición por género: una categoría a revisión’, la estudiante de posgrado de la IBERO encontró que la mayoría de las mujeres que desaparecen son jóvenes, de entre cinco hasta 30 años de edad. El cometido de su desaparición es para ser víctimas de adopciones ilegales o de redes de explotación sexual o laboral, aunado a las que son desaparecidas por sus parejas sentimentales.

Texto y foto: PEDRO RENDÓN / JCM

Anuncio
Fuente Esta nota fue realizada por IBERO. Aquí puedes leer la original.
Artículo anteriorLa presencia de mujeres en la ciberseguridad
Artículo siguienteONU Mujeres y la Defensoría para Mujeres en México