Yalitza Aparicio, para quien las alfombras rojas les son desconocidas y que no tiene idea de cómo se manejan las cosas dentro de un set, asistió al casting de Roma alentada por su hermana y la curiosidad de cómo es una audición.
Así sucede en la mayoría de las historias, asistes sin saber lo que te espera y avanzas conforme el destino te va acomodando. Como una especie de corriente de río que de pronto te llevó al océano.
Para Yalitzia y su familia todo el misterio con el que Cuarón tramó el proyecto les parecía demasiado sospechoso, ya que las historias sobre secuestros y feminicidios son moneda diaria en todo el país:
«Decía mi familia: “¿Y si es un secuestro?, ¿y si se llevan a las chicas?”, pero poco a poco la gente de la producción se acercó a mi familia y los fueron convenciendo».
Después de un tiempo y de varios filtros, la sospecha aún seguía en su pensamiento, incluso cuando le revelaron que se trataba de una nueva película de Alfonso Cuarón investigó en Internet sobre su trabajo y su carrera, pero conocerlo en persona no aclaró su corazón:
«Cuando lo conocí en persona, pues simplemente creí que no era él porque en las fotos se veía diferente, y cuando llegó lo vi muy delgado. Lo único que le dije a mi mamá es: “Vámonos de aquí, porque nos están engañando”. Pero ella me dijo que no nos iba a pasar nada».
Así fue como de un simple juego el río la llevó a las alfombras rojas y las premiaciones, a las entrevistas exclusivas y a las sesiones fotográficas elegantísimas que intentan usar su rostro como un estandarte de naturalidad y orgullo mexicano. Y no es que no lo sea, pero a ella simplemente no le interesa portar esa bandera, ella es Yalitzia Aparicio, oaxaqueña y amateur del cine pero una mujer real. 
Lo que Cuarón hizo con Roma fue rescatar de todos lados la realidad y su naturaleza, la sorpresa ante las situaciones adversas y el amor genuino que se expresa con aquellos a quienes amamos. Para Yalitza se trató de escuchar con atención las indicaciones del director y estar involucrada con todos los miembros de la familia, vivir la situación y actuar conforme le decía su corazón:
«Al llegar ahí me decía: “Recuerda que acabas de pasar por esto, pero aquí te vas a enfocar en los niños”. Con la familia, me decía: “A ver cómo vas a reaccionar ante esto o a ver cómo los vas a apoyar”».
El personaje de Yalitza, Cleo, es el soporte de toda la familia, una asistente doméstica que no sólo se dedica a limpiar, también ofrece calor, soluciones y amor para quienes, desde lo más profundo de su corazón, les ofrece cuidado y preocupación:
«A mí me tocó ser la nana de mis hermanos; pero mi mamá sí lo fue de verdad. Ella es empleada doméstica, le ha tocado cuidar y criar a niños, niños que a veces terminan diciéndonos: “No toques a mi mamá”, y les contestas: “Es que también es mi mamá”».
Esta especie de sueño que Yalitza vive después de su participación con Cuarón lleva también sus sinsabores, mismos que “Yali” deshecha, sobre todo cuando se trata de los ataques a su persona:
«Solamente he tomado los comentarios buenos, esos son los que siempre te van a fortalecer».
Después de que Vanity Fair publicara una sesión de fotos de Yalitza, los comentarios negativos, discriminatoria y racistas hicieron acto de presencia. Esto sólo demuestra que toda la apertura mental hacia los estereotipos de belleza femenina sólo se encuentra en los idealistas y en la pantalla, la realidad es que aún hay personas tóxicas y retrógradas.
No obstante, el optimismo de Yalitza y esa fresca inocencia que aún conserva (y que todos deberíamos recuperar) se mantiene firme e impermeable a las críticas:
«Dentro de la película se da el mensaje de no a la discriminación, de esta humanidad que tengamos como seres, pero es algo que se va a ir trabajando poco a poco, no se puede cambiar de la noche a la mañana».
Una de las gratificaciones que le quedan a Yali después del fenómeno en el que se ha convertido es que haya gente capaz de identificarse con ella y con lo que ha logrado:
«No soy la mujer del año, pero estoy muy feliz de estar aquí, de que muchas personas se sientan identificadas y que me encuentren como una forma de inspiración, con eso yo soy feliz».
Lo que Alfonso Cuarón intentó transmitir con Roma fue la gran importancia que tienen las mujeres en la formación de la sociedad, ya que son ellas quienes se encargan de la crianza de los próximos líderes y habitantes del mundo. Para el director este tema es primordial, e inspirado por completo en su infancia, dio a Yalitza la llave para abrirnos el corazón y empezar a aceptar el rol de la mujer no con subordinación, sino como la mano que sostiene al mundo.
Yalitzia representa esa brisa fresca que hace falta cada tanto en el cine, sus ojos limpios dan una mirada sobre cosas que ya hemos olvidado:
«Lo que más me sorprendió fue ver todo el trabajo que implica hacer una película, que a veces uno no lo valora. Me di cuenta de todas las personas involucradas, que ponen mucho de su parte, y gracias a eso hay buenos personajes. Aprendí demasiadas cosas de Alfonso. Algo que le agradezco mucho es que me enseñó a confiar en mí, a darme cuenta de que puedo hacer cosas que jamás imaginé. Es sorprendente todo eso».
Esta naturaleza le ha dado toda la atención de los medios, el premio a Nueva Actriz de Hollywood, la posición número uno del top de mejores actrices del 2018 de la revista Time, el premio a Actriz Revelación de Gotham Independent Film Awards y una posible nominación al Oscar.
Sin embargo, Para Yali hay una vida fuera de las cámaras y cuando se le pregunta por sus proyectos futuros responde:
«Ahorita no estoy pensando mucho en eso. Era algo que en un principio me mortificaba, pero he tratado de ir disfrutando los momentos que se me están presentando. Si se vuelve a repetir sería increíble; y si no se da, pues tuve una bonita experiencia. El hecho de que muchas personas me vean aquí —en la película— creo que ya puede ser una inspiración para seguir luchando por todo lo que desean: eso es una recompensa muy grata que puedo tener».
Para Yali toda esta experiencia sólo le deja un mensaje: todos podemos lograr nuestros sueños sin importar nuestro origen. No hay imposibles en la vida.
Yalitzia sabe que aún queda mucho camino por recorrer y que el viaje todavía no termina, porque mientras ella vive un sueño auspiciado por Alfonso Cuarón, en cuanto regrese a su tierra nada habrá cambiado. La realidad, la misma que trató de interpretar, la seguirá esperando.
Es por eso que no se preocupa por los comentarios racistas o las críticas negativas, ella sabe la vida que ha llevado y que el estar donde se encuentra ahora es una especie de recompensa, un regalo del destino que quizá no se vuelva a repetir, pero que agradece haber vivido.
«Con esta experiencia aprendí muchas cosas; en primera, a confiar en mí y darme cuenta que hay cosas que se pueden hacer. Ojalá las personas se den cuenta de eso: que no existe cierto límite, o que por ser mujer, o ser indígena, o ser de clase baja, tienes ese límite que la sociedad te impone; sino al contrario, hay que luchar por tus sueños y alcanzar lo que deseas».
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