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La desconocida Maria Anna Mozart pasó a la historia como un miembro más de la familia del prodigio musical más destacado del siglo XVIII, pero la que fuese hermana mayor de Wolfgang Amadeus Mozart, fue una brillante compositora y pianista, gran inspiración para el genio, a pesar de que su nombre haya sido borrado de la historia por una cuestión de género.

Maria Anna Walburga Ignatia Mozart, apodada Nannerl, nace el 30 de julio de 1751 en Salzburgo, en el seno de una familia de músicos. La pequeña comenzó a estudiar piano a los siete años junto a su padre, el compositor Leopold Mozart, demostrando tener un talento musical innato. Su padre no tardó en darse cuenta de que tenía frente a él a una potencial niña prodigio. Pronto destacó como virtuosa intérprete de clavicordio y piano; además, tenía habilidades para cantar gracias a su hermosa voz aterciopelada.

Mi niña toca las partituras más difíciles que tenemos… con increíble precisión y de manera excelente.

Disciplinada y metódica, Nannerl fue llamada con frecuencia a los salones para escuchar su prodigiosa ejecución musical al piano. Su hermano menor sintió una gran admiración por ella y temió no poder igualarla en genio. Los hermanos, a pesar de la diferencia de edad, eran muy cercanos: inventaron un lenguaje secreto y un reino imaginario en el que ellos eran el rey y la reinaNannerl llegó a componer una serie de obras que el pequeño Mozart utilizó para aprender a tocar el piano, aunque ninguna de sus composiciones sobrevivió, bien porque fueron destruidas, o bien porque las firmó con pseudónimo masculino.

A los tres años, Mozart se inspiró para estudiar música al observar la instrucción de su padre a Marianne; quería ser como ella.

La niña fue presentada e invitada a demostrar su talento junto al compositor, cinco años menor que ella, en todas las cortes de Europa. Sus admiradores estaban fascinados antes esta niña de 11 años que interpretaba las más exigentes sonatas de los más renombrados compositores con gracia, delicadeza y gusto. Desde Versalles, el mismísimo Luis XV, le encargó a Nannerl que compusiera música.

Sin embargo, a partir de 1769, debido a las circunstancias sociales de la época –recordemos que estamos en pleno siglo XVIII–, a Nannerl dejó de permitírsele mostrar su talento artístico en los viajes con su padre y su hermano, ya que había alcanzado la edad de contraer matrimonio y debía, por tanto, permanecer en casa con su madre, renunciando a una brillante carrera musical en pos de aguardar una propuesta matrimonial.

Imaginad lo diferente que hubieran sido nuestros destinos, si hubiéramos sido varones. Vos seríais vuestro hermano y yo sería el mío. Reinaríamos los dos, vos sobre las creaciones y yo sobre los hombres. Pero Dios lo ha decidido de otro modo.

Aceptando el destino que socialmente se le ha asignado como mujer, Nannerl se enamoró de Franz D’Ippold, pero debió rechazar su propuesta matrimonial por decreto de su padre, y se casó por obligación en 1783 con Johann Baptist Franz von Berchtold zu Sonnenburg, teniendo que hacerse cargo de los cinco hijosque había tenido éste en sus dos matrimonios anteriores, además de los tres niños que tuvo con él. Solo a la muerte de su impuesto marido, Nannerl pudo retomar su amor vocacional por la música, ejerciendo como profesora de piano.

El caso de Maria Anna Mozart es uno de tantos que piden a gritos una buena dosis de revisionismo histórico, demostrando que es necesaria la recuperación de una figura musical femenina tan destacada en su época y destacable históricamente, a pesar de que su carrera fuese limitada por el contexto social en el que vivió. Ahora ya no hay excusa, pues sabemos que en la familia Mozart no hubo uno, sino dos genios.

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