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En México, 7 de cada 10 mujeres (70.5%) consideran que vivir en su barrio o colonia es inseguro, mientras que para los hombres esta cifra se reduce significativamente a 57.2%, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi.

La cifra general para el país reflejó que 64.4% de la población total consideró inseguro vivir en su ciudad al corte del tercer trimestre del 2022, lo que implicó una baja respecto del registro del trimestre previo.

Esta es la primera vez en un año en la que se registra una caída en la percepción general de inseguridad, pero todavía la brecha de género en este indicador es amplia: hay 13.3 puntos porcentuales de diferencia entre el dato para mujeres y el de hombres.

La percepción de inseguridad se alínea con otros registros que dan pistas de cómo la violencia contra mujeres y niñas no logran cesar. Los feminicidios y las agresiones dentro de los hogares, particularmente siguen al alza.

Los sitios públicos en los que más inseguridad perciben las mujeres son el cajero automático en vía pública y el transporte público. Pero lugares del espectro privado también son peligrosos para algunas mujeres: 3 de cada 10 se sienten inseguras en el trabajo y 2 de cada 10 se sienten inseguras en la casa y la escuela.

La inseguridad cambia lo que llevamos puesto y la hora en que salimos

Una de las consecuencias de la inseguridad y la violencia es el cambio de rutinas; la población mexicana ha dejado de hacer cosas cotidianas por temor. En este rubro también son distintas las dinámicas entre hombres y mujeres.

El 61.2% de las mujeres dijo que dejó de salir de casa con cosas de valor, mientras que esta cifra para los hombres se reduce a 46.9 por ciento. Entre las mujeres, además, hay más miedo de caminar por la noche en los alrededores de su casa, más de la mitad (55.4%) dijeron que han eliminado este hábito porque es inseguro.

Aunque no se tienen cifras oficiales de cómo la inseguridad y la violencia impactan decisiones tan personales como la ropa o los caminos que tomamos, hay investigaciones periodísticas y académicas que dan cuenta de cómo el temor a ser víctima de alguna agresión hace que las niñas, adolescentes y mujeres eviten usar ropa que les gusta o eviten ciertas rutas para transportarse.

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FuenteEsta nota fue realizada por EL ECONOMISTA. Aquí puedes leer la original.
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