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Gabriela no había ido nunca antes a la marcha del 8M, pero hace apenas dos meses tuvo una bebé. Ella fue su inspiración. Conmovida, confiesa que, cuando era una niña, sufrió un abuso sexual. Y determinada, asegura: “Esta es mi primera marcha, vengo con mi nena, porque cuando fui pequeña abusaron de mí, y no quiero que mi hija pase eso también”.

Rosy fue a marchar con su hija y su nieta: iban tres generaciones. “Hay que dignificar a la mujer de nuestra familia”, llevaban como consigna. Ellas no fueron las únicas: ese acompañamiento era una constante en los distintos contingentes. Muchas mamás iban con sus hijas y marchaban con ellas. A su lado, también había grupos de amigas adultas mayores.

Llena de mujeres como ellas, que asistieron por primera vez pensando en el futuro de sus hijas —o convencidas por ellas mismas, como Evolet, de 10 años, que le pidió a su mamá llevarla y accedió, a pesar de que nunca antes había ido—, y de las más diversas agendas que han puesto énfasis en los pendientes para lograr la igualdad, la marcha de este 8M reunió a miles que partieron desde diferentes puntos y en horarios escalonados, pero con la misma energía y reclamos compartidos.

Las manifestaciones de este día fueron incluso más numerosas que las de 2020, cuando se tuvo la cifra oficial más alta: ese año las asistentes fueron 80 mil y este fueron 90 mil, de acuerdo con las autoridades, aunque quienes acudieron sostienen que fueron muchas más.

Desde antes de las 14:00 horas, grupos y colectivos se reunieron en respuesta a diferentes convocatorias en puntos como el Zócalo capitalino, el Monumento a la Revolución, la Glorieta de las Mujeres que Luchan y el Ángel de la Independencia.

La mayoría arrancó antes del tiempo previsto. A la cabeza iban contingentes de madres de víctimas y personas desaparecidas, y en la marcha se hicieron presentes las exigencias y consignas en torno a la falta de justicia en casos de feminicidio, violencias y acosos sexuales a las infancias, la despenalización del aborto, las disidencias sexuales, el rechazo a la gordofobia, las mujeres con discapacidad y las indígenas, el respeto a los cuerpos diversos, las expresiones para sensibilizar sobre el cáncer de mama y las reivindicaciones de las mujeres iraníes.

Aunque en la Glorieta de las Mujeres que Luchan las asistentes que encabezaban aclaraban a quienes llegaban que el primer contingente saldría a las 16:00 horas, al poco tiempo, debido a la asistencia, decidieron avanzar sobre Reforma flanqueadas por ambos lados por mujeres policías. La organización Marabunta tuvo que intervenir varias veces para que la policía conservara su línea, después de que el cerco se estrechara en un par de ocasiones y se dieran algunas tensiones.

Alrededor de las 15:00 horas, un contingente de mujeres con discapacidad partió del monumento del Caballito, con la consigna “Por las que no pueden salir de casa, por las que están en los hospitales, por todas las cuidadoras, por todas las aliadas, por todas las mujeres con discapacidad, ¡presentes!”.

Acompañadas de traductoras en lengua de señas, cuidadoras, familiares y aliadas, recorrieron la avenida Juárez y la calle 5 de Mayo para llegar al Zócalo, algunas apoyadas con bastón o en silla de ruedas. Al llegar a la plaza principal, el grupo de aproximadamente 50 personas gritó a coro “No queremos tu compasión, eso también es patriarcado” y se tomó una fotografía para el recuerdo antes de partir.

Mientras tanto, en avenida Juárez, frente a la Alameda Central, un grupo de jóvenes con capuchas de colores fosforescentes que estaban realizando pintas abrazó a una mujer, quien a través de una pancarta denunció su violación. Se colocaron enfrente de ella y con el puño en alto le gritaron “¡No estás sola!” y “¡Mujer, hermana, acá está tu manada!”.

 

Más adelante, en otro contingente, Estela denunció que hace 15 días asesinaron a su sobrina y que ella la encontró en un terreno baldío. “Yo quiero que se haga justicia, porque ni un policía fue para ayudarnos. La encontré yo con mi familia. Hasta la semana pasada me dieron su cuerpo”, dijo, mientras otras mujeres exigían justicia.

Había manifestantes de todas las edades. Pequeñas, jóvenes y adultas mayores, como Catalina Alegría. “Estamos aquí por mí, por mis hijas, por mis nietas y por todas las mujeres que son violentadas. Ahora tenemos la forma de manifestarnos en las calles, porque antes nos tenían con un candado en la boca”, reclamó.

La Transcontingenta

“No borramos mujeres, reconocemos la existencia de mujeres diversas”. Esa fue la consigna con la que la Transcontingenta hizo un llamado a “La pintada de mujeres”, una intervención artística en la plancha del Zócalo como forma de resistencia contra la transfobia.

“Marchamos por los 11 feminicidios diarios, por cada transfeminicidio que hay, porque la violencia está a todo volumen; nos están desapareciendo, nos están matando y estamos saliendo a exigir nuestros derechos”, destacó Aznik Pepper, activista que participó en la intervención.

“Transfobia no es feminismo”, señaló Olivia Linares, quien explicó que discriminar a alguien en razón de su expresión de género es violencia. “Marchamos porque merecemos vivir libres de violencias, sin ser acosadas, no importa si eres cis, trans o no binaria”, agregó. Según la organización Transgender Europe, México ocupa el segundo lugar a nivel mundial en asesinatos a personas transgénero.

“No somos musas, somos artistas”

Con bodies color piel para aparentar que estaban desnudas, las integrantes del Movimiento de Modelos en Resistencia se instalaron frente a la Fuente de la Diana Cazadora. Para ellas, el desnudo femenino no tiene por único significado la sexualidad.

El movimiento es una agrupación que surgió hace apenas un año, el 8 de marzo de 2022, pues no existía una similar. Su propósito es dignificar la profesión del modelaje artístico y generar comunidad entre el gremio para exigir condiciones laborales dignas.

“Hoy dejamos el anonimato, renunciamos al lugar tras bambalinas. No están nuestros nombres ni nuestras biografías”, mencionó Isabel Juárez, una de las integrantes, en el manifiesto que presentaron.

Las modelos pretenden revalorizar las aportaciones históricas de este gremio. Para su performance, portaban los retratos de sus ancestras, como Nahui Ollin. Cada una leyó una frase y, cuando le tocó su turno, dejó ver su rostro que antes estaba cubierto. Protestaron desde el arte, pues en paletas de pintura mujeres artistas realizaron retratos.

“Hoy exigimos juntas y gritando que pare la violencia sexual. Queremos que modelar deje de ser un acto de riesgo, no queremos sentirnos afortunadas por no haber sido violadas en una sesión”, explicaron sobre el tendedero de denuncias que se quedó colgado mientras ellas se dirigían al Zócalo.

El cuerpo, el origen étnico y el color de piel 

Guadalupe Gatica, activista contra la gordofobia y diseñadora, aseguró que es necesario incorporar ese tema en las marchas del 8M, pues “el cuerpo nos acompaña a todos lados y es agredido constantemente cuando nos objetivizan por nuestra imagen”.

Socialmente, dijo, a las mujeres gordas les quitan espacios y las obligan a esconder sus cuerpos: “Ser gorda es un tema de vergüenza, siempre nos dicen que es un tema de salud pero no se ponen a pensar si nos hacen más daño hablando de nuestro cuerpo. Es importante que en espacios feministas se hable de estos temas”.

En tanto, para el Movimiento de Mujeres Indígenas y Afrodescendientes, fue la primera vez en la historia en la que salió un contingente de 600 mujeres indígenas.

“Las mujeres indígenas enfrentamos violencias desde hace 500 años, violencias físicas, económicas, sociales y culturales. Vivimos sometidas a racismo y clasismo y ahora un desplazamiento a nuestra memoria histórica”, reclamó Rocío Márquez, presidenta de la coordinadora nacional indígena e integrante del movimiento de mujeres indígenas y afrodescendientes.

Para ellas, marchar fue importante para que se vilisibizara que “existimos en la Ciudad de México y que no se les olvide que somos parte del tejido social de la capital”.

El Zócalo, donde confluyen dolor, digna rabia y esperanza

Desde antes de las 16:00 horas, las agendas, diversidades, asistentes primerizas y perfiles de todo tipo que llenaron las calles de Reforma, Juárez y 5 de Mayo comenzaron a confluir en el Zócalo. Al menos en tres ocasiones, hubo silencio. Incluso quienes intentaban derribar las vallas que resguardaban la Catedral y Palacio Nacional pararon por unos minutos para buscar a jóvenes y niñas perdidas.

Cientos de mujeres en el Zócalo se organizaron para hallar a quienes llegaban a extraviarse: todas se agachaban, levantaban un puño y permanecían en absoluto silencio, mientras algunas gritaban el nombre de la persona buscada hasta encontrarla.

El contingente que había encabezado desde la Glorieta de las Mujeres que Luchan también había llegado. Solo con una camioneta y un megáfono, representantes de diferentes colectivos, grupos y organizaciones reclamaron los altos índices de violencia, las fallas de las autoridades para la investigación, la falta de justicia en casos de violaciones y la lucha que sigue siendo necesaria no solo el 8M, sino todos los días.

“Las mujeres, luchando, al país están cambiando” y “No estamos todas, pero no estamos solas”, recordaron.

Para quienes prefirieron felicitar en este día, también llegó a la plancha del Zócalo una asistente que había sostenido fijamente una pancarta de pie, sobre 5 de Mayo, con este mensaje: “Feliz el día que no nos falte ninguna”.

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FuenteEsta nota fue realizada por ANIMAL POLÍTICO. Aquí puedes leer la original.
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