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Los insectos han sido mi obsesión desde que era pequeño. Me deleitan su belleza, su asombroso comportamiento, sus complejas historias de vida y los vitales roles que desempeñan en casi todos los ecosistemas de la Tierra. De niño (y seamos sinceros, de adulto también), cada tronco o roca donde se escondía un tesoro de seis u ocho patas alimentaba mi imaginación y mi curiosidad. Y aunque en general fui tímido cuando era joven, al tratarse de insectos me consideraba un protector envalentonado, dispuesto a defenderlos contra cualquiera que intentara hacerles daño.

Colorful engraving of flowers and insects© CCBY 3.0; Hannes Grobe/AWI; 2010 / creativecommons.org

Grabado de Maria Sibylla Merian

Durante un largo y sinuoso camino, esta pasión no hizo más que crecer, llevándome al puesto que actualmente tengo como gerente de conservación de polinizadores de WWF-US. Aunque, hay que reconocerlo, ganarse la reputación como el “chico insecto” no siempre fue fácil, al menos socialmente hablando. Mientras buscaba comprender los orígenes de mi propia fascinación por estos animales, pasé mucho tiempo investigando a otros entomófilos. ¿Qué nos atrae de estas especies que tanta gente evita?

A través de mis investigaciones descubrí un tesoro escondido de brillantes personas que hicieron grandes contribuciones para aumentar nuestra comprensión y compasión por estas extraordinarias criaturas. Sin embargo, no es ningún secreto que el campo de la entomología está poblado principalmente por hombres blancos como yo. Es decir, al menos a nivel institucional. Hay muchas personas apasionadas que no fueron aceptadas debido a su género, raza y clase social. Afortunadamente, en muchos casos, estas injustas presiones sociales no fueron suficientes para doblegar su amor por las pequeñas criaturas.

Entre los “héroes anónimos” de la entomología destacan cuatro increíbles mujeres que no sólo han influido en mi educación y mi visión del mundo, sino también en la comunidad científica en general. Para aquellos que aún no conocen a estos agentes de cambio, es un placer para mí presentarles a Maria Sibylla Merian, Edith M. Patch, Margaret S. Collins y Rachel Carson. No sólo fueron pioneras en su campo, sino también algunas de las primeras personas en hacer sonar las alarmas de que las especies de insectos, vitales para el sustento de la vida en nuestro planeta, están siendo eliminadas debido a nuestra dependencia de peligrosos pesticidas. Creo que no fue a pesar, sino gracias a sus perspectivas como mujeres, lo que les permitió adentrarse en el impulso de utilizar la entomología para controlar y someter la naturaleza. Siglos y décadas después, al considerar nuestro continuo apego a los dañinos pesticidas, su trabajo tiene tanta, si no más, relevancia que durante sus vidas.

La viajera: Maria Sibylla Merian

Painting of Maria Sibylla Merian© Jacob Marrel, Public domain, via Wikimedia Commons

Maria Sibylla Merian.

Maria Sibylla Merian nació en 1647 en Frankfurt, Alemania. Después de que su padre falleciera cuando ella era joven, su madre se casó con el pintor Jacob Marrel. Se cree que Marrel tuvo una tremenda influencia en la práctica artística de Merian. Los intereses de la joven artista pronto se convirtieron en un notable talento para ilustrar con precisión el mundo natural a partir de insectos y plantas vivos, a diferencia de muchos de sus contemporáneos masculinos que trabajaron principalmente a partir de especímenes preservados. Como a la mayoría de las mujeres de su época durante sus primeros años de vida, a Merian no se le permitía viajar para realizar investigaciones por lo que centró su práctica artística en los gusanos de seda y otros insectos del patio de su casa. Durante este tiempo, quedó fascinada con el proceso de metamorfosis, recolectando y criando muchas especies de orugas hasta la edad adulta, que ilustró con brillantes colores y composiciones. También se convirtió en una de las primeras ilustradoras científicas en representar la ecología de las especies al incluir plantas alimenticias de insectos en sus dibujos.

A pesar de las barreras sociales, la tenaz búsqueda de la pasión de Merian la llevó a una carrera profesional como ilustradora científica. Sin embargo, sus logros no terminaron ahí: en 1699, gracias a un apoyo de la ciudad de Ámsterdam, se convirtió no sólo en una de las primeras mujeres en viajar a los trópicos americanos para realizar investigaciones científicas, sino también en una de las primeras naturalistas en hacerlo. Ella y su hija pasaron meses en Surinam estudiando e ilustrando mariposas, polillas y otros insectos, hasta que Merian se vio obligada a regresar a casa después de contraer malaria. Este trabajo dio como resultado su libro brillantemente ilustrado, Metamorphosis Insectorum Surinamensium. En 1991, la ilustradora apareció bellamente en un marco alemán como reconocimiento a sus contribuciones a la ciencia.

La pionera: Dra. Edith M. Patch

Portrait of Edith Patch in black and white© Portrait of Edith M. Patch, Author Unknown, Public Domain

Dra. Edith M. Patch.

La Dra. Edith M. Patch nació en 1876 y fue una mujer científica innovadora que obtuvo su doctorado en entomología en la Universidad de Cornell en 1911. A lo largo de su carrera, fue autora de varios artículos importantes y, a pesar de vivir en una época en la que había muy pocas científicas profesionales, desarrolló el Departamento de Entomología de la Universidad de Maine en 1903 y finalmente se convirtió en la directora del departamento del programa. En 1930, Patch fue elegida la primera mujer presidenta de la Sociedad Entomológica de América. A pesar de estos sorprendentes logros, fue su temprana defensa del cuidado de los insectos para el beneficio de todos, y la amenaza que representan los pesticidas para las comunidades de insectos, lo que más ha influido en mi trabajo.

En su ensayo “Without the Benefit of Insects” (1938), Patch escribió: “Nadie discute que ‘en la gran economía de la naturaleza, los insectos son beneficiosos’. Pasamos por alto su ayuda. ¿Por qué no? Su generosa ayuda nunca ha fallado a la humanidad. Tenemos abundante alimento, como frutas y verduras, como resultado incidental de las actividades relacionadas con el polen de los insectos… ¿Acaso éstas y muchas otras bendiciones otorgadas por la gracia de los hexápodos están aseguradas a la humanidad por los siglos de los siglos, amén? Sin embargo, “si alguna vez llega el momento en que se combata a los insectos en la medida recomendada por los entomólogos económicos, se producirá en consecuencia el mayor de los desastres económicos debido a la escasez de insectos”.

Avancemos rápidamente hasta 2024. Ahora vemos que ese gran temor está llegando hasta nuestro país y, ante ello, los científicos están haciendo sonar las alarmas: el apocalipsis de los insectos está a la vuelta de la esquina.

© 1914–1915, author unknown, Public Domain

Edith Patch y miembros de la Estación Experimental Agrícola de Maine, 1914-1915.

La dama de las termitas: Dra. Margaret S. Collins

Margaret S. Collins stands in front of a microscope in a black and white photo© Jet Magazine, Feb 5, 1959, p. 25

Dra. Margaret S. Collins.

La Dra. Margaret S. Collins fue la primera mujer afroamericana en obtener un doctorado en entomología y la primera defensora de los derechos civiles durante la era de Jim Crow. Se crió en la casa de un profesor de agricultura. La brillantez de Collins fue evidente desde temprana edad, además se le permitió ingresar al programa de biología de HBCU West Virginia State College a la edad de 14 años. Después de recibir su maestría, se matriculó en zoología de la Universidad de Chicago, programa donde se enamoró de las termitas. Aunque no se le permitió participar en el trabajo de campo, se dedicó a recolectar especímenes para completar su tesis en 1950.

Después de arriesgar su vida durante el Movimiento por los Derechos Civiles, participó en muchas expediciones de campo como investigadora asociada del Instituto Smithsonian, donde descubrió nuevas especies de termitas e informó al ejército de Guyana sobre cómo utilizar las excreciones de las termitas, sustancias que las termitas producen para unir madera y otros materiales naturales para formar sus nidos y fortalecer los materiales de construcción. Los especímenes de insectos que recopiló aún se conservan en una colección que lleva su nombre en el Museo Smithsonian de Historia Natural. Otros destacables logros incluyen su mandato como presidenta de la Sociedad Entomológica de Washington y un simposio de 1979 para la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia y la Cuestión de la Igualdad Humana.

La triunfante: Rachel Carson

Rachel Carson photographed in black and white and smiling at the camera© Rachel Carson, 1943, US Fish and Wildlife Service staff photo, author unknown, Public domain

Rachel Carson.

El libro de Rachel Carson de 1962 Slient Spring llamó la atención a nivel nacional sobre los dañinos impactos del DDT y otros pesticidas en las aves, los insectos y la salud humana. Esta conciencia llevó a la formación de la Agencia de Protección Ambiental en 1970 y la Ley de Especies en Peligro. Aunque Carson es ahora un nombre familiar, la autora recibió una letanía de ataques personales después de que se publicara Slient Spring, incluidos rumores de que ella era la líder de una sociedad mística y calumnias como las de un funcionario de la Junta Federal de Revisión del Control de Plagas que bromeó: “Pensé que [Carson] era una solterona. ¿Por qué está tan preocupada por la genética?”.

Carson se preocupó por los impactos de los pesticidas durante más de una década e intentó alentar a varios escritores masculinos conocidos a adoptar la causa. Sin embargo y pese a un diagnóstico de cáncer de mama, siguió adelante y en 1960 comenzó a escribir un libro, soportando el dolor ocasionado por el cáncer. Sin embargo, mantuvo su enfermedad en secreto para evitar cualquier escrutinio público sobre su motivación para redactar el libro. Antes de la elección de John F. Kennedy, Carson se unió al Comité de Recursos Naturales del Consejo Asesor Demócrata, ayudando a redactar un informe sobre el control de la contaminación, que el joven candidato leyó con gran interés. Después de las elecciones, por invitación de Jaqueline Kennedy, Carson se unió al Comité de Mujeres para Nuevas Fronteras, lo que ayudó a amplificar su mensaje sobre el terrible daño que estaban causando los pesticidas. Después del lanzamiento del libro, The New Yorker publicó el libro en varios capítulos, atrayendo la atención de una audiencia amplia e influyente. Aunque Carson no vivió para ver todos los impactos de su trabajo, su legado continúa moldeando -quizá más que cualquier otro científico moderno- la forma en que los estadounidenses ven y cuidan las especies de vida silvestre del país, incluidos los insectos.

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FuenteEsta nota fue realizada por WWF. Aquí puedes leer la original.
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