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La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres son decisivos para la sostenibilidad. Así lo afirma un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) publicado en 2015 y, una década antes, la ONU ya lo señalaba en su programa dedicado al medio ambiente: “La participación activa de las mujeres y la integración de las cuestiones de género en las políticas y acciones medioambientales son críticas“. Y es que, aunque el papel crucial de las mujeres en el desarrollo sostenible ha sido ampliamente reconocido, las estructuras sociales y las actitudes sexistas siguen perpetuando la discriminación y la desigualdad de género.

Los roles y las responsabilidades que las mujeres desempeñan en muchos países, son fundamentales para conocer mejor los recursos naturales y el medio ambiente, ya que buena parte de ellas trabajan en la agricultura en los países en vías de desarrollo (43%) y son las que mayoritariamente se encargan de cuidar el ganado y de manejar los recursos naturales en general. Según la guía La mujer y el medio ambiente, publicada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente:

Las mujeres, que constituyen la mayoría de los pobres del mundo, desempeñan un papel vital en la gestión y la conservación de la diversidad biológica, el agua, las tierras y otros recursos naturales. Sin embargo, su importancia es a menudo pasada por alto o explotada. De esa manera se desaprovecha una oportunidad de ordenar mejor esos recursos y de lograr una mayor diversidad ecológica y una mayor productividad para el sustento de la humanidad y el desarrollo económico. Además, si bien la degradación del medio ambiente tiene graves consecuencias para todos los seres humanos, afecta en particular a los sectores más vulnerables de la sociedad, principalmente las mujeres y los niños.

Mujeres y niñas son también quienes recogen agua limpia para sus familias y son las que atesoran el conocimiento sobre los bosques, especialmente el relacionado con las plantas medicinales y con aquellas que son comestibles. Por eso, todas ellas son una valiosa fuente de conocimientos y de experiencias relacionadas con la gestión del medio ambiente. Tal y como se recogía en el informe Energía y promoción de la igualdad de género de la Oficina Global de Género de la UICN:

Como recolectoras primarias de recursos energéticos y como proveedoras y consumidoras de energía, los extraordinarios conocimientos y experiencias de las mujeres las convierten en poderosas agentes de cambio.

A pesar de la implicación que las mujeres tienen en todas estas tareas, sólo un 1% de las que trabajan en el campo son dueñas de tierras –lo que las hace vulnerables y dependientes– y aquellas que realizan largos viajes en busca de agua se exponen a la violencia sexual en el trayecto. Pero es que además, como informa la ONU, son las que más sufren los efectos del cambio climático, por eso, cada vez más mujeres están reclamando poder sentarse en las mesas en las que se toman las decisiones que a ellas les afectan tan directamente. Hasta no hace mucho, las necesidades específicas de las mujeres no eran tenidas en cuenta en los foros ambientales, ni tampoco sus contribuciones ni su visión sobre el tema, algo que por suerte, está empezando a cambiar.

Uno de los estudios más recientes que respaldan la idea de que la igualdad de género es buena para el medio ambiente es el que la Universidad Colorado Boulder ha publicado en la web Nature Climate Change –dedicada a las investigaciones sobre el impacto del cambio climático–, que afirma que cuantas más mujeres hay involucradas en la toma de decisiones sobre los usos de la tierra, estas tienden a inclinarse más hacia la conservación de los recursos naturales. Es decir, que sirven para reducir la deforestación y, por tanto, los efectos del cambio climático.

Las investigaciones han demostrado que las mujeres suelen tener una mayor afinidad hacia el medio ambiente, apoyan las medidas de conservación y están más preocupadas que los hombres por los problemas de desigualdad. Pero como las mujeres se encuentran en una situación de desventaja financiera o están infrarrepresentadas en los órganos de toma de decisiones, no tienen la oportunidad de que sus preferencias se hagan realidad.

Por último, cabría señalar que el proyecto Drawdown –que se dedica a recopilar información para la lucha contra el cambio climático–, publicaba un ranking con las medidas que se deberían adoptar en el mundo entre 2020 y 2050 para frenar el proceso de destrucción del planeta, y situaba la educación de las niñas entre los primeros puestos de la lista. La educación ayuda a las niñas y a las mujeres a tener un mayor control sobre sus cuerpos y una mejor salud reproductiva y, por tanto, a que haya un mayor control de la natalidad. Además, la educación equipa a mujeres y niñas para que puedan hacer frente de forma más efectiva al impacto del cambio climático, siendo mejores administradoras de la comida, la tierra y el agua, incluso en períodos con condiciones extremas o durante los desastres naturales.

Si ya teníamos claro que la igualdad era un aspecto clave de los derechos humanos, ahora sabemos que también es una condición indispensable para conservar el medio ambiente y que puede ser un arma poderosa contra el cambio climático.

Toda la información e imágenes son de Freedamedia.
Link original: http://freedamedia.es/

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