Anuncios

Encontrar grupos de iguales con los cuales compartir vivencias, va más allá del mero intercambio de ideas o de la socialización. Habla de la necesidad de tejer estructuras de apoyo, de reflejarse en un espejo que no necesita contexto ni explicaciones, especialmente cuando se tratan de minorías o grupos vulnerables, de ahí que las redes de mujeres haya evolucionado y actualmente ofrezcan, además, impulso y sinergias.

Y es que aunque las mujeres –según datos de las Naciones Unidas–, son el 49,5% del planeta, en pleno siglo XXI siguen ocupando menos puestos de poder, percibiendo salarios inferiores, o teniendo una mayor carga mental que los hombres –por mencionar algunas diferencias–. Estas redes, bien sea de una manera informal y espontánea –a través de los vínculos creados con las madres, hermanas y vecinas–, o de complejas organizaciones, nacen para dar soporte y visibilidad, para ser agentes del cambio.

Se trata de nuevas socializaciones nacidas para dejar atrás la desigualdad y potenciar la equidad. Son experiencias colectivas que ayudan “a descubrir que hay problemáticas consideradas individuales, que otras mujeres también las comparten y cuya raíz trasvasa la responsabilidad individual”, como apunta Teresa del Valle en su artículo Asociacionismo y Redes de Mujeres. ¿Espacios puente para el cambio?

María Arranz, coordinadora de autoras en Freeda España, explica que las redes de mujeres no nacieron en un momento concreto, puesto que la propia inercia de los acontecimientos nos ha llevado a tejer estas alianzas. “Es precisamente esta desigualdad de género —a la que hay que añadir otras desigualdades que nos atraviesan, como son las de la clase o la raza—, la que nos ha llevado a crear redes entre nosotras, de forma que contemos con espacios seguros donde brindar y encontrar apoyo, escucha y cuidados”.

Sin duda un antídoto contra el individualismo que prima en sociedades como la nuestra, el cual –según Arranz–, hace que todos nos sintamos más solos y vulnerables. “Sin embargo, compartir nuestros malestares, hace que nos demos cuenta de que no estamos solas, que las cosas que pensábamos que solo nos pasaban a nosotras, son vivencias compartidas por muchas personas. Por eso es tan necesario que ciertos temas salten a la conversación pública, y se conviertan en asuntos relevantes en las agendas sociales y políticas”. Además, añade la idea de la rivalidad femenina vinculada a este individualismo: “Este estereotipo sigue estando muy asentado y es tremendamente dañino, porque incita a que desconfiemos de otras mujeres, en lugar de buscar aquello que nos une para tejer esas alianzas que nos hacen a todas más fuertes”.

María cree que estas redes son precursoras y catalizadoras del cambio: “Son herramientas de supervivencia en un mundo que, a menudo, nos pone las cosas muy complicadas. Tampoco hay que olvidar que es desde estas redes, desde donde muchas veces se gestan los activismos más potentes para exigir derechos y cambios legislativos que mejoren la vida de las mujeres”.

Algo en lo que coincide Una Pulizzi, Directora Global de Asuntos Corporativos de Kyndryl, empresa líder en de servicios de TI: “Las personas que han hecho los mayores avances por la igualdad de género, han sido las mujeres. Somos nuestras mejores defensoras”, y apunta que la tecnología puede ser un recurso masivo para alcanzar una mayor igualdad laboral, puesto que ha abierto la puerta a la flexibilidad.

LAS REDES DE MUJERES PARA IMPULSAR EL TALENTO FEMENINO

No debemos banalizar este tejido, ni pensar que se trata sólo de espacios de desahogo e intercambio de vivencias (con toda la riqueza que hay en ello), sino de un entramado que busca visibilizar a referentes femeninos en todos los ámbitos. Pulizzi proporciona una visión real acerca de cómo empresas como la suya –disruptivas e innovadoras–, están siendo capaces de impulsar el talento femenino. “Dirijo un equipo que es, en gran parte, responsable de construir y ejecutar la estrategia de RSC, enfocada en economías inclusivas, nuevos modelos de educación y acción climática. Estamos ansiosos por dar forma a una cultura empresarial más equitativa”.

Afirma que las economías de todo el mundo han cosechado los beneficios de traer más mujeres a la fuerza laboral. “La evidencia sugiere, y la vida real lo demuestra, que cuando más mujeres trabajan, las economías crecen”, aunque apunta que las disparidades permanecen. “Por ejemplo, muchas madres sienten una gran presión por equilibrar el cuidado de su bebé con el regreso al trabajo, por temor a perder el impulso profesional y la seguridad laboral”.

Por su parte, María Arranz señala que, “más allá del papel clave y el impacto positivo que puedan tener las alianzas que creamos las mujeres, para luchar por nuestros derechos en todos los ámbitos —también en el laboral—, la brecha de género es un problema social de alcance global, que solo podemos resolver colectivamente, con la implicación de las empresas y las instituciones. Esa implicación pasa por un compromiso real con la igualdad y por poner en marcha medidas que contribuyan a ir acortándola. Además de que tengamos acceso a las mismas oportunidades, de que se nos tenga en cuenta para los puestos de responsabilidad, o de que recibamos el mismo salario por el mismo trabajo. Tenemos una asignatura pendiente con el reparto de tareas domésticas y de cuidados. Mientras seamos las mujeres quienes sigamos ocupándonos mayoritariamente de ellas, lo tendremos mucho más difícil para avanzar en nuestras carreras”.

Con todo, el futuro es brillante, según Una Pulizzi, quien ve en las redes de mujeres y en la diversidad de pensamientos, una forma audaz de resolver los problemas y desafíos que ofrece nuestra sociedad. Por otro lado, hace énfasis en la importancia de trabajar para inspirar a las mujeres jóvenes, “ayudándolas a imaginar carreras en tecnología desde una edad temprana”, por hablar de su competencia, o siendo ejemplo, “me motivan mis colegas, son una caja de resonancia para mí, y dado el punto en el que me encuentro en mi carrera, mi función ahora es ser esa misma caja de resonancia, e inspiración para los demás. No me tomo esa función a la ligera”.

Anuncio
FuenteEsta nota fue realizada por VOGUE. Aquí puedes leer la original.
Artículo anteriorHarriet Lerner: “La sociedad desalienta la ira de las mujeres y cultiva su culpa, así dudamos de nosotras y nos quedamos en nuestro sitio”
Artículo siguienteMujeres, las que más buscan una cuenta independiente en una afore